Argentina: Un país sin control en pesticidas
- Nicolas Yoice
- 29 oct 2018
- 6 Min. de lectura

Empresas extranjeras llegan al país en busca de dinero fácil y afectan a millones de personas.
Si hablamos de problemas sanitarios, hablamos de agroquímicos en Argentina. Una problemática que viene hace años y arrasa con la salud de muchas personas.
Los médicos afirman ahora que el uso descontrolado de pesticidas puede ser la causa creciente de los problemas de salud que experimentan los 12 millones de habitantes que viven en la zona agrícola de Argentina.
En nuestro país el caso que más repercusión y más impacto tuvo es el de Fabián Tomasi, nacido en Basavilbaso en el centro de la provincia de Entre Ríos, que como bien nos cuenta Patricio Eleisegui -creador del libro envenenados y reconocido por sus investigaciones en el mal uso de agroquímicos- tuvo la suerte de hablar con él, y afirma que su pueblo era ferroviario y terminó mutando en un pueblo sojero básicamente, que resurgió a partir de la soja, en el cual el contexto internacional demandaba este producto, y la Argentina no tenia ningun tipo de limitación para el cultivo, que fue un poco lo que terminó generando el daño ambiental y el daño sanitario. Fabián, que era peón en el campo, no estaba entrenado para usar pesticidas. Tenía que llenar los tanques de los rociadores lo más rápido posible para que siguieran fumigando, lo que frecuentemente implicaba ducharse en sustancias tóxicas. Hoy, a los 47 años, es un esqueleto en vida y le cuesta salir de su vivienda. Durante tres años estuvo conviviendo con químicos. Ahora sufre una polineuropatía, una enfermedad neurológica que lo tiene sin fuerza, en una entrevista con Infobae cuenta: “Preparaba millones de litros veneno sin ningún tipo de protección, como guantes, máscaras o vestimenta especial". "No sabía nada de esto. Aprendí después de hacer contacto con científicos. Los venenos vienen en bidones, son líquidos concentrados con un montón de precauciones que tomar al momento de aplicarlo". Pero "nadie toma precauciones”.
Este no es el único caso, Eleisegui cuenta que: “Estela Lemes una maestra de la escuela Bartolito Mitre, en costa Uruguay Sur, a las afueras de Gualeguaychú en Entre ríos. Que fue la primera persona que yo entrevisté, recién habían fumigado su escuela con ella, con sus alumnos ahí en el lugar y hoy por hoy ella tiene dos agroquímicos en sangre y esta muy mal de salud”. Aunque no es la única escuela afectada, en Entre Ríos los maestros dijeron que no se respeta el límite establecido de no rociar a menos de 50 metros en 18 escuelas y que 11 de esos campos de cultivo fueron fumigados en plena clase. Cinco maestros hicieron denuncias a la policía este año. En Santa Fe la maestra Druetta denunció que algunos estudiantes se desmayaron cuando los pesticidas penetraron a las aulas y que el agua potable de su pueblo de Alvear está contaminada. Parece insólito, pero un vecino mantiene congelados cuerpos de conejos y pájaros que cayeron muertos tras la aspersión con la esperanza de que alguien los estudie.
También se pueden nombrar como caso conocido a Jeremías Chauque de Desvío Arijón que afronta una denuncia penal por frenar un máquina “mosquito” para evitar que se sigan aplicando plaguicidas. Sofía Gatica en Ituzaingó luego del fallecimiento de su bebé recién nacido por una falla renal, hizo una denuncia que dio lugar a la primera condena que hubo en Argentina por el uso ilegal de sustancias agroquímicas, luego un estudio del Gobierno encontró niveles alarmantes de contaminación agroquímica en la tierra y en su agua potable, y un 80% de los niños examinados tenía rastros de pesticidas en su sangre. Tan peligrosos son los agroquímicos como silenciosos, ya que es casi imposible demostrar que la exposición a una sustancia química específica puede haber causado el cáncer o defectos de nacimiento en una persona. Aunque los médicos de las distintas provincias exigen una necesaria investigación del Estado.
The Associated Press documentó decenas de casos en provincias agricultoras donde se emplean sustancias tóxicas en maneras que no fueron previstas por las regulaciones señaladas por la ciencia o que estuvieran específicamente prohibidas por la ley, y en un contexto de pocos controles estatales. En la mayoría de las provincias los peones del campo manipulan las sustancias sin el equipo protector necesario y la gente almacena agua en contenedores de pesticidas que deberían haber sido destruidos.
Muchas son las provincias afectadas por los agroquímicos como Entre Ríos,Córdoba, Buenos Aires. En Santa Fe, las tasas de cáncer son entre dos y cuatro veces más altas que el promedio nacional. En el Chaco, los defectos de nacimiento se cuadruplicaron desde que el uso de esta biotecnología aplicada al campo se disparara hace 17 años. El uso de agrotóxicos se expande, a tal punto que el año pasado se emplearon 3,8 millones de toneladas, los 34 millones de litros de 1990 se pasaron a casi 317 millones en la actualidad, a medida que los agricultores aumentaban sus cultivos, hasta un máximo de tres cosechas al año, mientras las pestes se hacían más resistentes a las sustancias. Los agricultores argentinos aplican un estimado de 4,3 libras de agroquímicos por hectárea, más del doble de lo que usan los estadounidenses, de acuerdo con un análisis de la AP de datos del Gobierno y de la industria de los pesticidas. La Argentina se ha convertido en la Nación con mayor consumo de “glifosato” del mundo: mientras que en los Estados Unidos su uso es de 0,42 litros por habitante y en Francia el herbicida está completamente prohibido por las terribles consecuencias que genera en la salud de las personas, en nuestro país se utilizan 4,3 litros de este agroquímico por persona.
A pesar que las autoridades nacionales dicen que todos los productos que se usan en el campo argentino no son nocivos, están autorizados y siguen las reglas internacionales, esto no se ve reflejado en la realidad, ya que sustancias prohibidas se emplean en cientos de plantaciones, causando un grave perjuicio a las comunidades que los rodean. La regulación tendría que ser lo suficientemente fuerte para proteger la salud de las personas y el medioambiente; y también, lo suficientemente flexible para que no afecte negativamente el volumen de la producción en el campo y el nivel de la actividad económica en el país. 5 millones de toneladas de sustancias químicas se espera vender este año. 3,8 millones de toneladas de agroquímicos se vendieron en 2017. 4,3 litros de “glifosato” por persona se usan en nuestro país. 60 empresas en todo el país comercializan con fertilizantes. US$ 2.500 millones mueve el mercado de agroquímicos anualmente en la Argentina. US$ 800 millones maneja el mercado del “glifosato” en el país. 70% del mercado de agroquímicos en el país está dominado por 3 empresas. 30% se estipula que crecerá el mercado de agrotóxicos en 2018.56% de la soja utilizada para el cultivo con agroquímicos perjudiciales para la salud.
Aunque el mal uso de los pesticidas en la fumigación de Argentina no es el único problema, sino también eso se expande a cuándo llega el alimento a nuestras casas, ya que este no es uno 100% natural sin ningún tipo de transgénico. ¿Qué pasa con nuestra comida? El aumento de la producción de alimentos a través de semillas transgénicas o “mejoradas” por así decirlo, provoca la baja de nutrientes, vitaminas y proteínas. Este efecto es conocido como efecto dilución. Osea lisa y llanamente, usar las semillas “mejoradas” y los pesticidas sintéticos, eleva la cantidad de materia cosechada, pero es menos nutritivo. Hay más cantidad de alimentos pero de menor calidad. Como bien nos dice Eleisegui: “La gente no toma consciencia” pero remarca “Tiene que ver con un proceso publicitario y marketinero, los medios intentan apabullar a la gente con conocimientos que no sabe”. Agrega: “Los grandes medios omiten información por que tienen vínculos con los sectores económicos”.
El Estado cumple un rol muy importante ,sin dudas que tiene responsabilidad, ya que nunca desde la década del 90’ en adelante ningún gobierno,ha planteado proyectos o campañas publicitarias para concientizar a la gente. Otro error del estado es no ponerle un freno a marcas como Monsanto, Syngenta, Bayer. Que son grandes distribuidoras de los pesticidas, y a demas en Argentina el glifosato (el cual es de libre patente, o sea cualquier empresa puede fabricar y comercializar glifosato) ocupa el 70% de los pesticidas, entonces las posibilidades de comercializar y generar riquezas son interesantes. Eleisegui nos cuenta que: “El producto Roundup de Monsanto sigue siendo vendido, y también es el más famoso y exitoso”, también está comprobado que no como toda la gente cree, estos productos fueron testados de forma científica. Un estudio europeo comprobó que en este caso el Roundup sobre células humanas es entre mil y 10 mil veces más tóxico que el glifosato solo.
En un futuro, se espera que en Argentina los productos, frutas, verduras, etc no están contaminados por agrotóxicos. Patricio Eleisegui propone que es una idea interesante, tanto y cuanto hayan proyectos con concientización, y además nos dice que “Europa es un bloque que está demandando muchos productos orgánicos” y esa tal vez es la esperanza de que el país cambie para no quedarse atrás como agroexportadores, aunque obviamente de mala manera, ya que lo hace por el comprador y no por una verdadera posición en contra los transgénicos. Eleisegui esperanzado dice: “quizás nos llega la posibilidad de el dia de mañana, poder disfrutar y consumir frutas y verduras sin el nivel de contaminación actual”. Por supuesto, si nuestro país cambia y reorienta el modelo
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