Pertenecer a la comunidad trans en Argentina
- Manuela Riera
- 8 oct 2018
- 3 Min. de lectura
La transfobia excluye y mata.

En 2012 se sancionó en nuestro país la Ley Nacional 26743 de Identidad de Género, que garantiza a toda persona el reconocimiento de su identidad de género autopercibida y el acceso a la salud integral de acuerdo con su expresión de género, sin someterla a ningún diagnóstico y/o peritaje médico, psicológico y/o psiquiátrico.
Se entiende la salud integral como un completo estado de bienestar físico, mental y social. Se define, entonces, por las interacciones entre procesos biológicos, ecológicos, culturales, económicos, políticos y sociales, en donde el acceso a la educación, al trabajo y a la inclusión social y ciudadana es un aspecto básico y fundamental.
A pesar de la existencia de la Ley de Identidad de Género, las personas trans son excluidas del sistema de salud. Los discursos psico-médicos fueron el punto de partida para la patologización de sus identidades y expresiones, y fueron utilizados como fundamento para la persecución institucional, policial, judicial y social. Además, se instaló y naturalizó la idea de que solo existen dos géneros: masculino o femenino.
En Argentina las identidades travestis, transexuales y transgéneros (entre otras menos visibles como cross-dressers, drag-queens, drag-kings, sin género y genderqueer) conviven bajo la expresión “trans”. Dicha expresión no solo refiere a aquellas personas que viven en un género diferente al asignado al nacer, sino también a aquellas que eligen el tránsito entre los géneros o no se identifican con ninguno.
El promedio de expectativa de vida de estas comunidades es de 35 años, mientras que la de la población restante es de 75. Encuestas realizadas por el INDEC y el INADI demuestran que las principales causas de muerte (55%) se deben al VIH sida, cifra que da cuenta de las barreras para acceder a los servicios de salud. En segundo lugar se encuentran los asesinatos (16%), y las siguientes causales de muerte son el suicidio, el cáncer, sobredosis, ataques cardíacos, diabetes, cirrosis, complicaciones derivadas de la autoadministración de hormonas y/o siliconas o aceites, entre otras.
Hablamos con Florencia, dirigente del movimiento dignidad y estudiante de medicina en la UBA, y nos cuenta que este promedio se debe a que la mayoría de ellos vive solo hasta los 25 años, y un pequeño porcentaje llega a los 50 años.
Explica que si bien la Ley de Identidad de Género garantiza el acceso a la atención de la salud de manera integral y supone formas más inclusivas y accesibles a la población trans, en sus tres años en la facultad de medicina no ha recibido las herramientas para atender las problemáticas de estas comunidades. Asegura que no hay intención de incluir a las personas trans en el sistema de salud y nos cuenta: “estando yo recibida, en el supuesto caso que una persona travesti trans llegue a mi consultorio, yo quizás ni tengo las herramientas, ni conocemos las problemáticas reales de esa comunidad, cuáles son las cosas a las que se someten en el día a día, como si no existieran”.
Es habitual que las personas trans no concurran a las instituciones de salud o dejen de hacerlo para evitar maltratos y actos de discriminación. El 91% de las personas encuestadas señaló haber sufrido situaciones de violencia en escuelas, hospitales, transportes y oficinas públicas.
El acceso al sistema educativo presenta una dificultad para las personas trans. La encuesta elaborada por INDEC e INADI expresa que solo el 64% aprobó el nivel primario, el 20% terminó el secundario y solo el 2% terminó el nivel terciario o universitario. En cuanto al acceso al mercado laboral, el 20% de la población trans no realiza ninguna actividad remunerada, el 80% restante se dedica a actividades relacionadas con la prostitución o trabajo sexual u otros trabajos no formales. Asimismo, el 50% de las personas encuestadas residen en viviendas deficitarias y el 80% no tiene cobertura de obra social o prepaga o incluso plan estatal.
Estas cifras muestran un panorama de precarización de las condiciones de vida y vulneración de los derechos de las personas trans que incide significativamente en su salud.
¿Tuviste alguna vez un/a compañero/a trans? ¿Te cruzaste con una persona trans en un hospital público? Si los sistemas de salud y de educación son para todos, ¿dónde están las personas trans?
Manuela Riera, Agustina Lamas, Victoria Bécares.
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